mi loca vida

la sabiduria llega cuando ya no se necesita









De mi época de escolar guardo muchos buenos y alegres recuerdos. - quien no los tiene - Otros son acaso inolvidables como aquellos cuando en la clase de dibujo podía jugar con mis colores y plastinas, aaaah...!!! como adoro aquellos años de la primaria. 


Guardo también una dolorosa anécdota de aquellos años maravillosos cuando mi profesor del segundo grado nos pidió que dibujáramos un paisaje. Yo no podía esperar a usar aquellos colores Faber Castell que mi papá me compró y que venían en una bonita caja de plástico duro y plegable. Recuerdo que dibujé un par de cerros con un río, un cielo azul, unas nubes, el sol por supuesto, una casita rodeado de mucho césped y un par de frondosos árboles. Hasta aquí, el clásico dibujo de cualquier niño de 7 años, solo que el tronco de los árboles de mi dibujo eran de color rojo. Cuando le presenté mi obra de arte al profesor, el lo miró... luego me miró y me dio un buen tirón de patillas y me dijo: "los troncos de los árboles de pintan de marrón". (No les cuento esto para que se aterroricen, los profesores de antes eran así, y mi profe era bastante severo y mano larga)


En ese momento aprendí que me costaba muchísimo distinguir ciertos tonos de rojos y puedo confundirlos con marrones. Siempre me gustó mucho dibujar y desde pequeñito tuve una cierta facilidad natural. Mi mamá, al ver mis incipientes dotes artísticas siempre me compraba cuadernos de dibujo, colores y plumones para alentar mi alma de artista y para solucionar mis problemas con algunos colores le puse pequeñas etiquetas con su nombre respectivo a cada color y santo remedio al problema.


Un día, ya un poco más grande, soñaba con tener mi licencia de conducir y cuando cumplí mis 18 años me fui rápidamente a hacer los tramites para obtenerla. La primero que tenia que hacer era un examen medico. En esos tiempos recuerdo que los exámenes médicos se hacían en el hospital Militar de la Av. Brasil; asi que un soleado martes de mayo me fui emocionado después de la universidad a dar mi examen medico. La primera prueba fue el examen psicomotriz y la pasé sin problemas, después el examen auditivo fue también fácil pero cuando vino la prueba de vista me llene de pánico porque vino un tipo con bata blanca mostrándome un librito y preguntándome que numero había dentro de un circulo con varios puntos de colores. Yo no podía ver ningún maldito numero. (Allí comprendí que también puedo confundir ciertos tonos de verdes y amarillos) Ese día mi mundo se vino abajo cuando al final del examen se me acerco un medico y me dijo: "eres un caso perdido, tu no puedes tener licencia de conducir, eres daltónico".


Bueno, yo heredé un fallo genético que causa un defecto en la retina y produce una deficiencia para distinguir los colores, también llamado daltonismo y tengo una explicación recontra "Nerd" para este asunto, pero como quiero que sigas leyendo, no te voy a espantar asi que mejor te digo la versión light:


Sin entrar en grandes detalles te puedo contar que la retina del ojo humano contiene normalmente tres tipos de células en forma de conos sensibles al color y cada una percibe una longitud de onda especifica; una el color azul; otra el verde y otra el rojo. Luego estas a su vez envían la señal al cerebro y permiten que percibamos los colores. Nosotros, los daltónicos, padecemos deficiencias para distinguir los colores ya que la sensibilidad de los conos de uno o más colores es débil o su longitud de onda está desviada, por lo que nuestra percepción del color se ve alterada.


A estas alturas, seguro estarás diciendo: ¡¡mucho blá blá blá compadre, yo quiero saber cómo ves tú!!


Pues mas o menos así:

   
Esta foto es cómo ve una persona normal



 
Esta foto es una simulación de cómo ve una persona daltonica del tipo "tricomatico anómalo", grupo al que pertenezco



Ahora en mi vida adulta casi no me suceden a diario acontecimientos que me recuerden que soy daltónico. Aquí, en este país, el ser daltónico no es un problema para obtener tu licencia de conducir y manejar no me representa ningún problema. El rojo del semáforo lo distingo perfectamente porque está en la parte superior, el amarillo está en el medio y el ultimo de abajo lógicamente es verde pero por ejemplo, este ultimo puedo verlo diferente dependiendo de la suciedad que tenga o como le caiga la luz del sol; a veces lo veo celeste, a veces gris...Pero no todo es desventaja ya que los daltónicos desarrollamos una agudeza especial para notar contrastes; Esto me hace inmune a los objetos camuflados. Para mi, distinguir un soldado camuflado en la selva seria como ver un elefante amarillo en mitad de la calle.


Hasta donde yo sabia, el daltonismo afectaba mayormente a los hombres; aproximadamente -y en diferentes grados- 1 de cada 12 hombres padece de esta anomalía. Personalmente nunca había conocido alguna persona con con tal problema y a veces eso me hacia sentir mas solitario que un hongo hasta que un colega del trabajo decidió -en un solo día- celebrar su cumpleaños, inauguración de su nueva casa y el estreno de su nueva parillera (BBQ). 


Ese día de verano, aparte de los colegas, también estaban amigos, familiares y esa misteriosa rubia de mirada angelical con cejas negras y ojos que invitaban a nadar en ellos. Me acerque a saludarla y luego del primer intercambio de palabras, ella me dice su nombre cuando inmediata e increíblemente, aquella chica me suelta algunos detalles sobre mi. Rápidamente advertí que debía ser algún familiar cercano de mi colega ya que sabia algunas cosas mias y no me equivocaba; se trataba de su hermana menor.


Luego de preguntarle su edad, reparo el hecho de que ella era muchos años menor que yo, y -haciendo cálculos- concluyo en que cuando yo emigraba de mi país, ella apenas acababa de salir del colegio. El dato me abochorna, me hace vacilar, pero se impuso mi naturaleza conchuda al que no le molesta esas pequeñeces estadísticas.


Este pechito estaba aún confundido por tan gratísima presencia pero la charla fluia naturalmente, cada minuto que pasaba encontraba que esa chica, además de bonita y graciosa, era divertida, una chica con la que valdría la pena pasar todo un día conversando (y no solamente conversando). La invite a sentarnos en la banca al lado de la pileta; un poco mas apartado del bullicio de las conversaciones de los demás invitados y la música.


Ya allí, seguíamos riéndonos y golpeando nuestras copas de vino a cada momento cuando súbitamente nos quedamos en silencio y ella miró el atardecer y me preguntó de que color era el sunset. Me quedé paralizado y mi primera reacción fue decirle que el sunset era de color naranja, pero no estaba seguro que fuera de ese color. Ella se quedo callada con una cara de curiosidad por mi respuesta y yo para cambiar de tema y evitar que ella descubriera que soy daltónico le pregunte que le parecía la nueva casa y ella me dijo que la casa le encantaba, era grande y bien distribuida, el jardín también estaba muy bien arreglado pero lo que no le gustaba era el color gris de las bancas de madera.


Entonces era mi turno de quedarme callado y pensativo ya que recorde que antes, Debby -la novia de mi colega- nos comentó que eligió el color azul para las bancas del jardin porque le parecia super romántico y yo veia las bancas no precisamente de color azul pero tampoco gris. Aquella muchachita, al verme con cara de, exijo una explicación, (si vamos, como la de condorito) se sintió atrapada y mordiéndose los labios me confesó con cara de pilla que era daltónica. Lo único que hice en ese momento, fue llenar su copa con mas vino y decirle: "ahora brindemos por el daltonismo".


Honestamente, no creo en el amor a primera vista (entre otras cosas porque quienes lo defienden también defienden y pregonan que "el amor es ciego", cayendo así en una dramática contradicción), pero conocer a esta chica me dejó en un peligroso estado de emergencia. En mi cabeza todas las sirenas estaban sonando, todas las banderas rojas flamean, todos los lobos aullaban, todas las mareas se replegaban. No era difícil presagiar que se aproximaba un tsunami afectivo de inéditas proporciones, ya que frente a mi tenia nada mas y nada menos que a un bizarro amor daltónico.




El Superratón